domingo, 30 de agosto de 2009

Una descripción

Los veo. Él mira hacia el suelo con esos ojos que no me pertenecen. Ella lo ignora y lo obliga a mirar hacia el suelo, cuando sus ojos pertenecen a algún mundo lejano. Él se siente suyo pero ella no lo sabe. Ambos tomarían sus manos y se alejarían sonriendo, pero ella esta dispersa y él quiere protegerse, aunque no sabe de qué. Yo quiero abrazarlo para que me mire con esos ojos que no son míos y me agradezca un poco, aunque no me lo diga. Pero me mantengo a la distancia.

Él muere por entenderla. El problema es que cree que el significado está más allá de las palabras, así que no cree tener la capacidad de entender lo que quiere decir cuando ella se evade. Él debería leer sus ojos, pero no siempre se atreve. Se acerca un poco y ella no lo nota, así que retrocede como un caracol a su concha y no saldrá de ahí en mucho tiempo. Es un cobarde que quiere dejar de serlo.


Ella sabe lo que tiene entre sus manos. Lo admirable es que aguante los cambios súbitos de humor. Ella sonríe, pero no para él. Yo sé que eso lo mata y se siente culpable por lo que siente. Tal vez no debería, pero cuando algo malo pasa, lo único que sabe hacer es retroceder y esconderse. En el fondo muere por besarla y decirle que la ama, pero en este momento está escondido. Tomaría la eternidad o el deseo más fuerte de su espíritu sacarlo de su refugio. Creo que sólo ella sabe cómo hacerlo salir de su escondite, pero no lo hará hasta que estén solos.

–Lucía S.

2 comentarios:

Pia dijo...

Yo creo que probablemente ninguno sabe bien y los dos son demasiado mensos para tomar la iniciativa.

Pachu dijo...

Bueno, me consuela saber que será, aunque sea cuando estén solos. Los cobardes nos rodean, yo tengo el propósito de gritarles a cada uno: AVIÉNTATE! NO SEAS MARICÓN! Pero sabemos que no soy así y que ellos tampoco.