lunes, 7 de marzo de 2016

In my view

I kissed a flame. What did I expect.
—Rosanna Warren

Lo que no cabe en palabras se convierte en repetición. Insistencia en nombrar los eventos; ponerlos en palabras. Repito lo que no entendí en su momento. Me he despedido varias veces de la misma persona. Sé en el momento que se trata de una repetición, pero no puedo detenerlo. No puedo nombrar.

Orfeo y Eurídice: Orfeo pierde a Eurídice por mirar antes de tiempo. H. D., Eurydice:

"so for your arrogance
I am broken at last,
I who had lived unconscious,
who was almost forgot;

if you had let me wait
I had grown from listlessness
into peace,
if you had let me rest with the dead,
I had forgot you
and the past."

Hay una especie de paz en la idea de la muerte. Vivir es campo de flores; morir es una pared austera. Eurídice reclama perder la vida en el umbral. Lo que se pierde duele más que algo que no se tiene. En algunas narraciones, Lilith —la primera pareja de Adán— se convirtió en un demonio tras ser expulsada del paraíso. No es para menos. Eurídice recorrería la tierra y clavaría sus garras en el pecho de los hombres. Si pudiera.

Parte del problema: tratar de construir una narrativa para encontrar sentido en los hechos. Eurídice puede señalar al culpable. Pero rara vez se puede. Algunos demonólogos medievales recomendaban que no se nombrara a los demonios porque eso implica su invocación. Pero el exorcismo es posible precisamente por la posibilidad de nombrar.

Quien señala a un culpable puede conocer la falsedad de su acusación. Pero encontrar sentido en los hechos no depende de la verdad. Me señala como culpable porque eso tiene sentido. Quizá volteé la mirada demasiado pronto. No hay forma de saberlo.

H. D., Eurydice:

"what was it you saw in my face?
the light of your own face,
the fire of your own presence?"