Con el dolor de cabeza. Respiramos el aire pegajoso y viciado de la noche anterior; apagué la alarma para despertarnos y me levanté muy despacio. Nada de buenos días, sino una caminata incómoda hacia la cocina para encontrar un refrigerador vacío.
-No hay comida.
-Ya sé. ¿Qué hora es?
-Cuarto para las seis. Todavía está oscuro.
Tomamos un vaso de agua para cada uno y lo bebimos hasta el fondo. Luego otro. Después medicina contra el dolor de cabeza. Ella se bañó primero. Salimos de su casa a las seis y media, todavía con el dolor de cabeza y los pasos incómodos. Subimos a mi auto para buscar en dónde comer algo, pero dimos vueltas por media hora y nada. Teníamos clase a las ocho, pero la escuela estaba cerca.
Hartos de las vueltas, compramos material para comida grasosa en el minisuper. Después del desayuno improvisado, decidimos faltar a la escuela. Salimos a su balcón, cada uno con una cerveza en la mano y cada uno con su dolor de cabeza y cada uno con el caminar incómodo y el aire viciado y el malestar general y el calor. El sol apenas se asomaba. Apoyé mis brazos en el barandal junto a ella; nuestras manos apenas se rozaban.
Así vimos el amanecer.
-No hay comida.
-Ya sé. ¿Qué hora es?
-Cuarto para las seis. Todavía está oscuro.
Tomamos un vaso de agua para cada uno y lo bebimos hasta el fondo. Luego otro. Después medicina contra el dolor de cabeza. Ella se bañó primero. Salimos de su casa a las seis y media, todavía con el dolor de cabeza y los pasos incómodos. Subimos a mi auto para buscar en dónde comer algo, pero dimos vueltas por media hora y nada. Teníamos clase a las ocho, pero la escuela estaba cerca.
Hartos de las vueltas, compramos material para comida grasosa en el minisuper. Después del desayuno improvisado, decidimos faltar a la escuela. Salimos a su balcón, cada uno con una cerveza en la mano y cada uno con su dolor de cabeza y cada uno con el caminar incómodo y el aire viciado y el malestar general y el calor. El sol apenas se asomaba. Apoyé mis brazos en el barandal junto a ella; nuestras manos apenas se rozaban.
Así vimos el amanecer.
2 comentarios:
Sintió la cerveza en su mano, sintió la botella llena, sintió la botella vacía, vió la mano, rozó la mano, quería la mano, sostenía la botella, sostenía su cuerpo en un sólo brazo. Vió la otra mano, pegajosa como el aire del sol que siempre sí llegó.
¿Y cuando el sol no llega? Algún día se va a cansar.
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