Odio decirlo,
pero esa mujer
a la que le compras flores,
y comida;
la dueña de los pies que veneras
con zapatos altos
hechos de tu dinero,
es una puta.
Y no lo digo en un sentido peyorativo,
ni literal,
sé que no cobra por acostarse contigo,
mas que con regalos
y acomodar su silla
para colocar
el trasero que veneras;
lo digo porque le gustan algunas cosas:
acostarse con desconocidos,
coger con desconocidos,
el olor del suavizante
en su almohada
mientras un desconocido
más viril que tú
la toma por detrás
y la obliga a hablar sucio
y así, sucesivamente.
No me malinterpretes;
no soy ninguna especie
de santa,
también me gusta
que hombres más viriles que tú
me tomen por detrás
y hablar sucio
y acostarme con hombres
más viriles que tú;
pero nunca a cambio de zapatos,
ni comidas,
ni falsos halagos.
Y puedo mover mi propia silla
para colocar mi trasero.
Lamento ser quien te lo diga,
y espero que no te ofenda
mi explicación:
tu chica es una puta
en el más bello de los sentidos;
el más poético,
y más perfecto.
Lo bueno es que tu chica
sabe lo que quiere:
hombres viriles
que la tomen
y la dejen
y la obliguen a hablar sucio
mientras huele el suavizante
de sus almohadas.
Y si no es eso lo que obtiene,
le gustan los imbéciles
que le compren flores
y comida
y acomoden su silla
para colocar su trasero;
le gustan imbéciles
porque no se dan cuenta
nunca
de que anoche durmió con otro
y olió su suavizante
y las almohadas
y así, sucesivamente.
Y con todo cariño te digo
que estás muy lejos
de la virilidad necesaria.
Jódete.
—Hellen Kirscht – Your New Whore Is a Girlfriend
1 comentario:
uy, queda perfecto con lo que vimos hoy...
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