lunes, 23 de agosto de 2010

De la imitación de Octavio Paz

Cada estrofa representa algo distinto,
algo así como adivinanzas poéticas. 

Yo soy el torbellino,
la realidad,
lo absoluto
y lo falso
y lo verdadero;
lo simultáneo,
lo independiente,
todos los movimientos
sincronizados,
la gravedad
y el centro de la Tierra
y la Tierra.

Vi el inicio
y el fin,
porque soy el inicio
y el fin.

Soy todo,
la grandeza
y la escoria,
el salto
y el vacío,
todos los puntos
y todas las miserias
simultáneas.

Soy la miseria,
la sangre
y la carne,
costillas rotas,
rodillas frágiles,
fisuras y fisiones;
una mano,
mía,
líneas imaginarias
y arrugas.

Soy fuego,
violencia,
manos amputadas
sin necesidad,
pies cercenados,
sífilis y tifoidea,
fuego cruzado,
pobreza,
el fondo del abismo
desde donde brillan mis ojos.

Soy el desperdicio,
niños ricos
y niñas vacías,
carteras como cascadas,
hígados,
labios y dientes,
vasos rotos,
ceniceros,
peleas simétricas,
doscientas treinta fotos
en cuatro horas.

Soy las sillas
y el rosario en la mano,
horas grises,
enfermeras con ojos vacíos
y sonrisas vacías,
falta de información,
aburrimiento
y desesperación.

¿Quién soy?

1 comentario:

Iphigénie dijo...

Sin embargo aún puedo decir: y no eres ninguna de esas cosas...porque a la lista yo siempre le podría agregar o quitar mil cosas más