viernes, 29 de enero de 2010

Disentangle

I'll put you back in your place,
we'll ride a thousand miles
to find that we are empty.
And if I wrote out our sins,
it would read a thousand miles
and show us we are empty.

Hopesfall - Icarus



Caminé por seiscientos días
y los colores se convirtieron
en gris otra vez,
mis manos tocaron
el gris otra vez.

Volvió el mareo
y la caída de la cabeza
hacia el hombro;
el oído recargado en la pared,
la mirada abierta,
pero sin objetos
de nuevo.

Por seiscientos días caminé
sobre arena caliente
en busca del centro:
nada,
silencio,
un espacio vacío
y paralelo.

Apagar el incendio,
para qué.
He visto a la serpiente
consumirse,
el diablo me habla en sueños,
un tal dios me ilumina en sueños
y no es suficiente.
He visto todos los colores del cielo;
el vacío paralelo,
hombres como péndulos,
sacudiendo el inalterable polvo
del hastío.
No es suficiente.

Algún día
la cabeza caerá sobre el hombro
y lo dejaré ir.
Hoy no.

martes, 19 de enero de 2010

αβ. Equilibrio

Y cuando cesó el movimiento, él lloró por horas; rompió la barrera por dentro y soltó golpes contra la pared, se acostó en el piso y respiró aliviado. No fue el beso de Lucía, era cada espacio lleno de angustia lo que salió de sus ojos. Se miró en el espejo del baño: sus ojos eran diferentes.

El llanto drenó la angustia y el enojo, cada pensamiento suicida salió a gritos y lo dejó con una sensación de estabilidad que compensaba la turbulencia. Respiró profundamente y los ojos de Lucía aparecieron frente a él. El beso no lo hirió realmente, sólo fue el inicio de un nuevo movimiento

martes, 12 de enero de 2010

β. Terror

Robar la eternidad por medio de un beso; poseer todas las posibilidades. Espectativas irreales: Lucía no lo sabe, pero el desenvolvimiento surge en los labios que entrega a ciegas. Contradictoriamente, quien recibe el beso lo encuentra insignificante porque lo obtiene sin buscarlo. El desenvolvimiento viene a él y lo toma como una marejada; lo pone en el camino de Lucía y él solamente toma el beso, lo presume con sus amigos y después lo olvida. Contradictoriamente, yo mataría por encontrarme en su lugar, pero no me corresponde: yo guardaría el beso porque el desenvolvimiento inicia en Lucía, pero ella no lo sabe.

Lucía sólo se entrega a ciegas y recibe una satisfacción inerciática; se desenvuelve en ella y me hiere por inercia. Ella no lo sabe, pero yo mataría por el beso que entregó el viernes pasado. Contradictoriamente, lo entrega a quien no le importa; me hiere en el proceso porque el sufrimiento se nivela: cada paso hacia adelante implica que el resto del mundo retroceda; el equilibrio se mantiene a costa del dolor ajeno, pero ella no lo sabe. Para ella el beso es relativamente insignificante; podría no tenerlo y sería lo mismo. Contradictoriamente, el beso me desenvolvería; sería todo para mí. Ella no lo sabe.

Ella sonríe mientras me cuenta que besó a un desconocido el viernes pasado; mi espíritu se desvanece en sus palabras: ella avanza con su relato; yo retrocedo. Somos uno en este sentido, ella debería estar triste para compensar el movimiento; pero yo lo estoy en su lugar. Lo único que la detiene es mi reacción: mis ojos húmedos, la incapacidad para verla a la cara y el tono de voz indiferente (forzado a sonar así). Ella toma mi mano y la acaricia; trata de compensar el daño, pero su movimiento perforó las posibilidades.

Ahora lo veo: ella sabe que me alejaré; tiene miedo de perderme de nuevo.

lunes, 11 de enero de 2010

Apagar un incendio

Circular,
gira tan rápido
entre las manos;
no lo veo,
pero lo sé.

Me impulsa
el círculo
en mi estómago;
tengo gravedad
en la lengua;
humo en los ojos,
no lo veo.

Círculo,
mi abdomen gira
con manos dentro,
manos que destruyen
mis entrañas
y el sueño no volverá
cuando el humo se vaya;
quedará el espacio en la memoria
ahora lleno con escombros.

Círculo;
no lo veo
pero lo conozco
como la punzada jadeante
de mis pulmones,
como las cicatrices
en mi cadera.

No lo veo.

domingo, 3 de enero de 2010

α. Libertad absoluta

Lucía se pasó el humectante labial por los labios por quinta ocasión en la noche, dio un trago a su appletini y respiró profundamente el vapor pegajoso que emanaba de la pista de baile. La sensación resultante le humedeció los ojos y pintó un color rojo en sus mejillas escondido por el calor del lugar; Lucía sonrió para sí, con la intención de guardar el instante para siempre. El chico que había besado dos minutos antes se fue sin dejar su nombre atrás, el beso fue irrelevante para él; un pequeño paso en su desarrollo.

Ella, en cambio, tomó su copa después de besarlo para sustituir el contacto de los labios con el vidrio. Dio un trago casi instintivamente y después inspiró profundamente. A partir de su inhalación, un calor la invadió por dentro; diferente al calor del club nocturno (de la misma manera, el aire que inhaló no era el mismo aire viciado). Recordó a Cortázar: "la risa, ella sola puede cavar más hoyos útiles que todas las lágrimas sobre la tierra". La sensación después del beso perforaba la tierra y ascendía al mismo tiempo; Lucía era la punta de la perforación, el punto más bajo y el más alto simultáneamente; su espíritu se movía sin control, chocaba contra el centro de la tierra y cada golpe se convertía en una oleada de felicidad que se manifestaba lentamente a través de sus mejillas.

Un beso de dos minutos y medio inició el movimiento.