miércoles, 25 de enero de 2012

C

La mano sobre la llama

Libertad, hic et nunc, hechos. Datos, sueños, números. Fechas, lugares, sucesiones. Tiempo que devora las entrañas. Cenizas, hic et nunc, siempre. No cambiaré al mundo, caminar sobre la arena que es el tiempo. No cambiaré nada en las miradas vacías. No hay mundo, ni redención, ni esperanza. No hay nada sobre la tierra que no sea devorado por la mirada de la muerte. Nada en el mundo, hic et nunc, que se salve del fuego del odio. El odio, mujer cayendo por las escaleras; hermano bañado en sangre; cónyuge envuelta en llamas. Perdí la esperanza en aquellas palabras. Perdí toda esperanza cuando aquellas palabras —silencio envuelto en llamas— se convirtieron en las llamas que me envuelven. Silencios calurosos cubiertos de tristeza. Perdí toda esperanza y vi el cielo nuevo. ¿Hay mundo acaso? ¿Hay algo estable en el mundo? ¿Hay mundo todavía?

Perdí toda esperanza en esas palabras. Mundo, hic et nunc, hechos. La mano sobre la llama. El tiempo transfigurado en odio. El cielo nuevo, cubierto de odio. Perdí toda esperanza cuando lo vi —ojos como llamas; dientes hechos de esperanza—, cuando vi al mundo transfigurado en odio. No hay mundo. No hay llamas en los ojos, sino destellos que se apagarán. El cielo nuevo, amargura en el estómago. Un gallo a Asclepio. Curarse para siempre. Caída, hic et nunc, sobre la inmolación del silencio. Llamarada silente. No hay mundo ni sentido, sólo este fulgor, esta luz del insomnio; este espejo que nos muestra —ahora desfigurados; da lo mismo— los dientes hechos de esperanza. La bestia que nos devora. Tiempo: el cielo nuevo será engullido por las llamas. Todo lo que amé será destruido.

Y si no hay mundo, entonces queda el otro lado. No hay redención, no vuelve atrás el tiempo. Pero está el instante —cónyuge que gira sobre el pasto; sonreír —sol entre las llamas—; todo lo que guardo, como ese pedazo de tela y esos papeles; ese mundo que no es una carga; ese deber aceptado; el pasado que ahora es presente; el pasado que se presenta—. Para qué la esperanza cuando importa más el instante, hic et nunc: la mano sobre la llama. Ejecutar, llevar a cabo. Existir, si lo es realmente, es hacer. La inacción es el vacío. Podría estar equivocado. La esperanza es vacua. No hay mundo, ni redención, ni esperanza. Hay algo todavía mejor; algo sin nombre, algo que no debe decirse.

miércoles, 4 de enero de 2012

B

Habla la muerte

Vida. Evanescente, efímera, autodestructiva; fuego que se consume a sí mismo. Vida, ese impulso, ese resultado; vela que ha de apagarse al amanecer. Vela que ha de apagarse para dar paso al amanecer. Vela que ha de apagarse. Fuego que desiste. Vivir: desistir, soltar las manos; anular el sustento; autoconsumirse y desistir. Desistir: dejar ser y dejar de ser. Desistir y mostrarse. Mostrarse y dejar algo oculto; mostrar y ocultarse; permanecer oculto y desistir. Vida, evanescer; fluir y destruirse. Desistir. La mano que me toca es también mi mano; la voz que me nombra es mi propia voz. Soy el fuego que me destruye y los ojos que me crean. No tengo nombre, pero soy nombrado; me desvanezco y pertenezco. Me invoca el silencio y me evoca el ruido. Soy el vacío que es todo contenido. Contengo al vacío. Soy todos los nombres de todas las cosas. Nombro el vacío en todas las cosas. Vacío los nombres. Toco una mano y la desvanezco, pero sólo existe cuando la toco. Sólo existo en el contacto. Confecciono el silencio en el que se desvanecen todas las palabras. El tiempo no puede tocarme. La vida queda vacía, inmóvil, si no la toco. La vida no puede hablar si no la toco.