Formularé todos los métodos para destruirme. Todos y cada uno, diseñados de forma perfecta para destruir cualquier representación mía. La miseria en su forma más pura; diseñada para llevarme a ese momento una y otra vez. Caer de la escalera que tardé en subir. Y el amor, juego de espejos; y la miseria juego de espejos y lo que digo juego de espejos y no soy más que humo y espejos; una ilusión contradictoria que estoy obligado a sostener. Y cuando creo estar lejos, estoy justo en donde comencé: la miseria en su forma más pura; una contradicción, humo y espejos; el fuego todavía en la garganta y la fuerza del golpe con aquel lugar en el que la miseria se muestra con todo el fulgor que cabe en sus alas grises. Inevitable, envuelve cada una de mis formas con su peso de fuego gris. Y volver al lugar de la miseria; humo y espejos, donde no soy más que un sueño mal recordado. Y el humo y los espejos; y los pulmones bloqueados ante la desdicha intragable; la insaciable sensación de vacío, mostrándose con todo el fulgor que cabe en sus alas grises. Y el amor juego de espejos; y yo, juego de espejos, vieja ilusión repetitiva; vieja contradicción mal recordada; el sueño oxidado; los veranos podridos como el juego de espejos y el aciago fulgor de la desdicha y el humo en los pulmones y los ojos de la muerte y la contradicción y el mal sueño y el mal recuerdo. Y aquel lugar en donde la miseria me mira a los ojos.
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