Después de responder la carta de la semana, Fernanda Torres —famosa por su sección Pregúntale a Fernanda— se dio cuenta de que el consejo que escribió para desesperada_15 contradecía completamente lo que había dicho acerca del amor adolescente dos semanas antes. Llamó al editor del periódico, pero él le dijo que no se podía detener la imprenta por una adolescente.
Mientras tanto, el dios del destino había predispuesto que Fernanda se cruzara varias veces con el hombre que sería el amor de su vida, con todas las implicaciones que la expresión "amor de su vida" tiene. Fernanda, preocupada, salió de la editorial y caminó hacia el metro. En el camino, su hombro izquierdo chocó con el hombro derecho de un hombre. Él sonrió, pero ella estaba tan preocupada por su contradicción que no se dio cuenta.
Cuando llegó a su departamento, se sirvió por instinto un vaso con agua y hielos; bebió el agua y quedaron los hielos, así que sirvió más agua; bebió el agua, quedaron los hielos, más agua; bebió, hielos, más agua. Recibió una llamada: su amiga Melissa la invitaba a tomar café. Fernanda aceptó. Los cinco vasos de agua tuvieron su efecto sobre la vejiga. Gran prisa; en el camino estrelló su hombro de nuevo con el mismo hombro, pero tenía prisa; él sonrió de nuevo, ella tenía la desbordante necesidad de llegar al café y utilizar el baño. El dios del destino estaba furioso.
Después del baño, el café. Fernanda habló sobre su contradicción, estaba genuinamente preocupada; Melissa no escuchó porque había conocido a un hombre que le parecía apuesto pero todavía quería al novio anterior aunque se acostaba con todas pero es que el nuevo es muy guapo y ya no sé qué hacer porque Alejandro me trató muy mal pero todavía lo quiero. Melissa le preguntó a Fernanda qué hacer. Ella le explicó el problema de las relaciones codependientes y le dio un consejo. Melissa se alejó con una gran alegría, pero Fernanda se dio cuenta de que su consejo también era contradictorio. Llamó a su amiga por teléfono pero no contestó.
Preocupada, caminó de regreso a su casa. En su camino, el hombro chocó de nuevo. Él quería decirle que la encontraba en todos lados, y eso ya no parecía coincidencia. También quería preguntarle su nombre e invitarla a salir, pero Fernanda seguía preocupada por los malos consejos que había dado y no hizo caso. El dios del destino estaba furioso.
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