viernes, 24 de julio de 2009

Cama voladora

No olvidaré:
el pie sobre la mano,
los dedos sobre la alfombra,
el tono de voz,
las palabras superficiales,
el abrazo hipócrita,
el vaso de vodka,
bailar la misma canción de siempre
con la misma coreografía,
los ojos detrás del vaso.

Quiero olvidar:
el baño sucio,
la plática para ponerme a prueba,
la mano en el brazo,
el pie sobre la mano,
los ojos entrelazados,
el fuego por dentro,
el rojo en mi cara,
las preguntas
para ponerme a prueba,
para probar que soy menos;
la caída por causa del vodka,
los dedos sobre la alfombra,
el sentimiento de inferioridad,
los dedos sobre la alfombra.

Recuerdo:
la fiesta donde no conocía a nadie,
los dedos sobre la alfombra,
la caída por causa del vodka,
la plática superficial,
el abrazo hipócrita,
los ojos detrás del vaso,
la mano en el brazo,
la chica que pidió mi teléfono
y nunca llamó,
los dedos sobre la alfombra,
el estado de ánimo,
la vista hacia el suelo,
el regreso a casa
cada vez más triste,
el temblor de la cama,
las nauseas de la cama,
los dedos sobre la alfombra
para curar el movimiento.

domingo, 19 de julio de 2009

Glíglico

[...] porque sabían que aquellos
que hacen citas para verse
son los mismos que necesitan
hojas rayadas para escribirse.

Julio Cortázar - Rayuela


Si juriéramos
como antes
de las curvulaciones,
no tendríamos problema
pero ya no juriamos
y ahora todo es
burínico
como un perro
persiguiendo su cola.

No es su culpa,
porque ellos bailaban
como palomas en los cables
cuando nosotros
juriabamos.

Pero el cable reventó
y ya nadie se cree paloma
entonces ya nadie baila.

al carajo con sus simboluciones neo-narcisistas del carajo con sus simboluciones neo-narcisistas que se van al carajo con sus simboluciones al carajo neo-narcisistas que se simbolucionan al neo-carajo con sus narcisismos simbolucionados del neo-con sus van al carajo

Obvio no.

sábado, 11 de julio de 2009

El futuro de la seducción

Don Juan está cansado.

–Gilles Lipovetsky - La tercera mujer


Negación,
acercamiento.
Aserción,
distancia forzada.
Ya no hay hombres
y no hay damas.
Y nada de abrir la puerta
ni abrir la mente
ni abrir.

Cuando seamos iguales
no habrá galantería
ni pre-tensiones.
Nada de nombres inventados
ni mentiras;
seremos iguales,
cómplices
en el asesinato
pasional
de la pasión.

Seremos iguales
y no importará
el sonido de los corazones,
las falsas pretensiones.

Labios morados,
manos entrelazadas,
cabellos atados,
nervios abstractos,
cielos grisáceos,
nubes naranja,
fuegos y deseos,
escalofrío y silencio.
Y luego nada.

jueves, 9 de julio de 2009

Tropiezo

La grieta en el camino
atrae el pie derecho
antes de que termine
de dar un paso
para moverse hacia adelante.

De ahí,
el cuerpo
con una sudadera
horrible
de terciopelo amarillo
y unos pantalones
tipo capri,
se inclina hacia adelante
muy rápido;
sin tiempo para pensar.

Ella,
instintivamente,
extiende sus brazos
cubiertos de terciopelo
amarillo (horrible)
para detener la caída.
Pero no se detiene,
sino que cae
por instantes infinitos
mientras yo
me burlo de ella.

martes, 7 de julio de 2009

Philia

a: Igual y hoy conoces a mi novio.
b: Voy a criticarlo.
a: No esperaba menos de ti.

Mind is like a muscle: it needs excercise!

domingo, 5 de julio de 2009

Tree-hugger

Hace mucho tiempo conocí a una niña que también era un árbol. Sí, era una niña-árbol, sólo que también era niña y también era árbol. Se llamaba Irene, le gustaban los dulces y la tierra mojada. No hablaba mucho, pero sus ramas crecían en la forma que ella quisiera. Todavía no tenía flores ni frutos. Esos llegarían en la pubertad.

También le temía a la tala clandestina y a los libros de historia. Temía a los libros, en general. Yo creo que porque los libros se hacen de árboles muertos. Por lo mismo no le gustaban los muebles ni el fuego. Se sentía ofendida con la madera artificial. Decía que las maderas preciosas eran como lo que serían nuestras supermodelos, y nadie querría una mesa hecha de cadáveres.

La niña tenía rasgos hindúes y tenía diecisiete años humanos, pero aún era pequeña por su sección de árbol. Igual viviría mucho más tiempo que cualquier niño normal. Eso no la deprimía, pero no me quiso explicar por qué. Dijo que no la entendería.

Me quedé a su sombra unas horas y me quedé dormido. Ella, siguiendo su instinto de árbol, asustó a los perros que se acercaban a marcar su territorio y me despertó poco antes de que oscureciera. Me regaló una de sus hojas para que no me olvidara de su herbórea presencia y me dio un beso en la mejilla que me raspó un poco por su corteza. No la abracé porque no quería verme ridículo.

miércoles, 1 de julio de 2009

Oferta/demanda

Melina construyó un cohete para ir a la luna. Cuando llegó a la luna encontró piedras y arena. Nada más. Cuando regresó a la tierra, trató de vender sus piedras y su arena a los anarquistas, pero ellos no las quisieron porque eso implicaba usar dinero y Marx-nos-libre.

Trató de venderlas a los jardines de niños, pero sólo necesitaban la arena y las piedras eran peligrosas para las pequeñas criaturas. Melina no vendió ni piedras ni arena, pues pensaba que ambas se necesitan mutuamente y no deben separarse.

Trató de venderlas a los constructores, pero ya nadie usa piedras ni arena gracias a los materiales modernos de alta resistencia y bajo costo, o algo así de cursi.

Trató de venderlas a los coleccionistas de asuntos espaciales, pero ellos dudaron de la autenticidad lunárica de sus materiales y someterían la decisión a un análisis que tomaría de ocho a diez semanas.

Trató de venderlas a una tienda de antigüedades, pero la viejita a cargo no entendió la necesidad de comprar piedras y arena.

Melina se sentía triste porque nadie quería comprar sus piedras y su arena, cuando de pronto se dio cuenta de que realmente no necesitaba venderlas, porque tenía suficiente dinero como para construir un cohete que llegara hasta la luna.