domingo, 7 de agosto de 2011

Edición

Te inventé. Eras un extraño en mi casa y un extraño en mi vida y un extraño. Y luego la mudanza y el cansancio. El cansancio suficiente como para vencer a mi lengua y mi voz. Dormí casi desmayada sobre tu hombro porque las almohadas están en alguna de las cajas y no sé en cuál. Y para qué buscarlas, cuando se puede estar tan bien ahí, entre las cajas y el sudor y el cansancio. Todavía no hay agua caliente ni gas. Mañana instalan el teléfono y el lunes activan el elevador. Pero aún así eres un desconocido, y soy una desconocida y somos desconocidos. Te invento porque no te conozco. Planté una semilla en ti para verla crecer. Y crece: somos ramas que se entrelazan, pero no un árbol. Somos árboles distintos. Somos átomos del bosque y el bosque nos diluye. Somos árboles que se diluyen. Todo es dilusión, entre el sudor, las cajas, el polvo, los baños con agua fría, tu hombro y mi cabello acalorado. Nos diluimos porque no nos conocemos. Es más fácil diluirse que todo lo demás; el bosque, la mudanza, las reparaciones, el agua fría y el sudor. Es más fácil diluirse, dormir con el calor y las cortinas abiertas para despertar con el sol. Y el desayuno frío, no reconocerte y casi gritar. Perder la concentración y romper un plato.

Es más fácil diluirse. Esgrimir el cansancio en contra del tiempo. Detener la tarde justo en su momento más rojo. Es más fácil diluirse con el desconocido y ver cómo crece la semilla. Prefiero la dilusión; mejor inventarte que descubrir cada centímetro. Mejor diluirse en el instante que perderse con el tiempo. Inventarte porque eres un desconocido. Desconocerte, pero plantar una semilla y el sudor y las cajas. Escaleras oxidadas; ventanas rotas. Mejor diluirse que mentir. No preguntar quién eres; no definirnos para poder convertirnos en lo que queramos. No saber quién eres porque no lo sabes. No decirte quién soy porque tampoco lo sé. Mejor diluirse en el bosque; entrelazar las ramas y quedar como desconocidos. Mejor crecer juntos sin saber quiénes somos, porque nunca lo sabremos.

Texto de una invitada anónima

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