Sandra conoció a Raúl en el bar de todos los viernes. Notó inmediatamente su tono regiomontano de voz y su sarcasmo refinado. Rieron toda la noche y ella rió todavía más cuando él dijo que vino a la ciudad para buscar venganza. Salieron del brazo, ebrios; se besaron en la mejilla y manejaron a sus casas por separado.
Ella se enamoró rápidamente de él. Y parecía que era mutuo. Raúl era hombre de pocas palabras, pero Sandra estaba encantada con su hombre de acción. Se casaron dos años después y todo parecía maravilloso: cena elegante el viernes, cocktail los sábados, flores cada mes como sorpresa, camioneta para ir por café los miércoles con las amigas, hacer el amor cada dos semanas, dormir juntos, despertar juntos. Y Sandra vivía encantada porque su esposo siempre cumplía sus promesas.
Un día, sin avisar, Raúl no regresó a casa y no contestaba el teléfono, pero Sandra no se preocupó. Al día siguiente, en el noticiario matutino, resultó que Raúl asesinó a una pareja y después se suicidó. La pareja estaba formada por su ex-esposa y su nuevo amante. Cuando Raúl se enteró de la infidelidad, juró vengarse. Ellos se fueron a otra ciudad y vivían felices y enamorados y café y hacer el amor hasta que la patada violenta en la puerta los interrumpió. Sandra sabía que su esposo era un hombre de pocas palabras.
Ella se enamoró rápidamente de él. Y parecía que era mutuo. Raúl era hombre de pocas palabras, pero Sandra estaba encantada con su hombre de acción. Se casaron dos años después y todo parecía maravilloso: cena elegante el viernes, cocktail los sábados, flores cada mes como sorpresa, camioneta para ir por café los miércoles con las amigas, hacer el amor cada dos semanas, dormir juntos, despertar juntos. Y Sandra vivía encantada porque su esposo siempre cumplía sus promesas.
Un día, sin avisar, Raúl no regresó a casa y no contestaba el teléfono, pero Sandra no se preocupó. Al día siguiente, en el noticiario matutino, resultó que Raúl asesinó a una pareja y después se suicidó. La pareja estaba formada por su ex-esposa y su nuevo amante. Cuando Raúl se enteró de la infidelidad, juró vengarse. Ellos se fueron a otra ciudad y vivían felices y enamorados y café y hacer el amor hasta que la patada violenta en la puerta los interrumpió. Sandra sabía que su esposo era un hombre de pocas palabras.
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