martes, 2 de febrero de 2010

ɣ. El despertar de la subjetividad libre

Recuperaron el suelo bajo sus pies cuando la vertiginosidad se convirtió en calma. Así de fácil, ella tomo su brazo y caminaron en círculos por horas. El brazo era un punto de unión; un símbolo entrelazado con las respiraciones complementarias: ella inhaló profundamente y apoyó su cabeza en el hombro a su derecha; cerró los ojos cuando una gota cayó en la mano libre, y después otra en su mejilla izquierda, y después otra en su cabello. Y las gotas caían también sobre él, primero en la mano derecha, después en la mejilla derecha y después en la parte complementaria de su cabello. La unión era absolutamente complementaria, pero ellos no podían darse cuenta de su subjetividad compartida.

La lluvia se intensificó cada vez más; caía en un patrón complementario sobre sus cuerpos, pero lo único que importaba era caminar; sentir la piel mojada del otro como propia. Todo el desenvolvimiento converge en un sólo punto, donde ellos se entrelazan sin saberlo y llevan sobre los hombros la carga del avanzar, pero no lo saben. Para ellos lo único que importa es reír por la lluvia y después guardar silencio mientras los labios se acercan. Toda la fuerza de todos los espíritus converge en ellos, y aún así no importa. Su propia unión los trasciende y los penetra; hace uno completo de dos fragmentados, transforma cada movimiento vertiginoso en el siguiente paso: hacia cualquier lugar, en donde el pasado no se acerque y el tiempo se detenga. Ahora son uno solo mientras caminan bajo la lluvia; cada desvanecimiento era sólo un preámbulo para ellos. Lo único que importa ahora es caminar juntos. Caminan juntos.

1 comentario:

Pachu dijo...

Pero cuando deje de llover les va a dar frío.